Zapatos, ahí están
siempre, acompañándonos en cada paso que damos; en cada momento vivido.
Nos
ayudan a correr, a andar, nos llevan a los mejores lugares, como también nos
hacen pisar los peores sitios, o sufrir algunos dolores; pero casi siempre te
salvan; aunque algunas veces te calen. Porque nos mantienen calientes, pero
también nos trasmiten el frío.
¿Os habéis sentido alguna vez un zapato?
Verónica Msoto
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